viernes, 25 de septiembre de 2009

Nuestrea mayor solidaridad con los trabajadores y trabajadores de la Terrabusi- Kraft. Apoyamos su lucha y a todos los trabajadores que hoy se encuentran en la misma situación.

Repudiamos profundamente la asquerosa represión y desalojo violento que estos estan sufriendo.

Blog de la comisión interna: http://trabajadoresdeterrabusi.blogspot.com/

Salidas transitorias a un violador reincidente

Los jueces fundamentaron su decisión en la buena conducta del interno. El informe del Servicio Penitenciario recomendó que no se le permitiera salir.

Pese a que los informes penitenciarios fueron negativos, un violador reincidente que cumple condena en la cárcel de Batán de Mar del Plata fue favorecido con el beneficio de la salidas transitorias. Los primeros sábados de cada mes, de ocho de la mañana a seis de la tarde, el abusador sólo podrá ir a la casa de su pareja. Los jueces entendieron que merece el permiso para salir porque su conducta es “ejemplar 10” y tiene que readaptarse a la sociedad.

La Sala Nº I de Apelación y Garantías de Mar del Plata, integrada por los jueces Ricardo Favarotto, Esteban Viñas y Marcelo Riquert, le concedió las salidas a un condenado a tres años y medio por abuso sexual por el uso de arma y privación ilegal de la libertad. Según trascendió, está detenido en la cárcel de Batán desde el 15 de junio de 2006, días después de asaltar y violar a una mujer en esa ciudad. A partir del año que viene, podrá pedir la libertad condicional.

Los jueces le dieron las salidas pese a que el Grupo de Admisión y Seguimiento y la Junta de Selección del Servicio Penitenciario Bonaerense elaboraron un informe psicológico negativo del interno, más allá de que su conducta en la cárcel es muy buena. Por eso desaconsejaron los permisos.

“Los informes, que hacen referencia exclusivamente a características de la personalidad del encausado, no son suficientes para impedir que pueda insertarse en una modalidad de encierro más atenuada y en beneficio de una adecuada reinserción. En virtud de haber sido declarado reincidente, se halla imposibilitado de acceder al régimen de libertad condicional. De todos modos, se presume que el interno ha sabido acatar el régimen imperante en la unidad carcelaria que lo aloja, lo cual se evidencia en la calificación de conducta ‘Ejemplar 10’”, fundamentaron los jueces en su resolución. También ordenaron que las salidas transitorias tengan como destino la casa de la pareja del condenado.

“El concepto de ‘sobreadaptación carcelaria’ con el que calificaron al detenido no es un indicador negativo en su proceso de resociabilización. Su conducta es comparable con el niño diez que siempre obedece, no trae problemas, no contesta, no es merecedor de ningún reto en la casa o en la escuela”, dijeron los jueces.

“Es un disparate y un peligro para la sociedad que un violador reincidente sea favorecido con salidas. Acá todavía no hay un sistema organizado y preparado que controle estos permisos. Posiblemente, el resultado será el triste caso de Soledad Bragna, la chica asesinada en Caballito por un violador que tenía autorización para salir de la cárcel. Es como darle una navaja a un mono, repudiamos enérgicamente estas decisiones judiciales. Todos los días nos desayunamos con noticias tremendas”, dijo a Crítica de la Argentina Isabel Yaconis, madre de Lucila, la chica de 16 años violada y asesinada en Núñez hace casi seis años y medio.

“Muchos violadores tienen privilegios en las cárceles por su buena conducta. Son chupamedias de los guardias. Conocí un caso de un violador que, cuando fue liberado, se quedó a vivir en el pueblo y cortaba el pasto del director del penal”, dijo un preso que purga condena en al Unidad Penal Nº 2 de Sierra Chica. En esa cárcel, hasta hace seis meses estuvo alojado un hombre de 28 años que, en 2003, fue condenado a 19 años de prisión por violar a tres chicas. El Tribunal Oral en lo Criminal Nº 4 de La Matanza lo liberó por la ley del dos por uno a cambio de una fianza de mil pesos.

25 de Noviembre, Día de la NO violencia contras las mujeres.


El 25 de Noviembre es el Día Internacional de Lucha contra todas las formas de Violencia sobre la Mujer, propuesto en 1981 en el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, que se realizó en Bogota. Se eligió ese día para conmemorar el violento asesinato de las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa), tres militantes asesinadas el 25 de Noviembre de 1960, por la policía secreta del dictador Rafael Trujillo en la República Dominicana. Los ejecutores: Ciríaco de la Rosa, Ramón Emilio Rojas Lora, Alfonso Cruz Valerio, y Emilio Estrada Malleta, todos miembros de Servicio de Inteligencia Militar. El último, de origen cubano, había prestado esos mismos servicios a la dictadura de Fulgencio Batista.

Minerva, Patria y María Teresa se denominaban a si mismas como Las Mariposas, fueron mujeres que lucharon contra la dictadura en su país y por esa razón sufrieron persecución, cárcel y torturas. Su muerte fue resultado de la violencia política. En su memoria y recuerdo, los 25 de Noviembre, se han convertido en una día de lucha y denuncia sobre la situación de las mujeres, que en pleno siglo XXI, continuamos exigiendo se cumplan todos y cada uno de nuestros derechos, porque aún somos víctimas no solo de violencia en nuestras casas, sino también de redes de prostitución, persecusión politica y demás opresiones sufridas por un estado patriarcal que no nos garantiza ninguno de los derechos de igualdad de las que somos dignas. Es por eso que todas debemos encontrarnos en la lucha unidas, para terminar de una vez con todo esto.


Unidas y luchando.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Fuente: ARGENPRESS.info

Mujeres, ¿culpables de qué?

Por Claudia Bogado*


El aborto es un problema de Salud Pública de magnitud en nuestro país y el análisis de los
dilemas éticos vinculados a la interrupción voluntaria de un embarazo es uno de los más
complejos de nuestra época.
Podríamos afirmar, diría sin equivocarnos, que el ingreso a la guardia hospitalaria de una
mujer afectada, a veces muy gravemente, por maniobras abortivas, es el resultado de una
dolorosa y muchas veces desesperada decisión de terminar con una situación no buscada
ni deseada en un contexto familiar, social, cultural y legal particular y condicionante. Al
estigma social, la vergüenza y el miedo se le suma la difícil realidad, muchas veces
ignorada, de la pobreza y la violencia. El histórico rol de la mujer sobredimensionado con
relación a la maternidad es otro de los factores de este contexto condicionante. El cuerpo y
la vida de la mujer al servicio de la reproducción ha sido durante mucho tiempo el modelo
“normal” obligado de la conducta sexual humana. Que el cuerpo de una mujer cuente con
una anatomía biológicamente apta para la reproducción no significa necesariamente que
tenga la plena capacidad de ser madre o que éste deba ser su deseo. En algunos sectores
sociales los embarazos reflejan la falta de disociación entre sexualidad y reproducción,
ambas consideradas “hechos de la naturaleza”, que se supone no pueden evitarse con
medidas voluntarias de prevención. Y finalmente, y sólo para enumerar algunos de los
aspectos que conforman el entorno en el que se desarrolla la vida de muchas mujeres, el
hecho de que una mujer decida abortar en un país donde esta práctica está penalizada,
determina su realización en un ámbito clandestino con consecuencias físicas y psíquicas a
veces irreversibles. La soledad y el silencio favorecen las complicaciones postaborto, una
de las causas más importantes de mortalidad y riesgo para la salud. En este contexto, la
noticia de un embarazo no deseado genera una demanda a la que el equipo de salud no
puede dar respuesta. ¿Cuáles son los deberes morales del médico frente a esta situación
dolorosa y lamentablemente “cotidiana” en nuestras instituciones de salud? Y más aún
¿cuál es la obligación moral que emerge frente a una mujer que ya accedió a un aborto en
condiciones clandestinas exponiendo su propia vida? La medicina se ha planteado nuevas
metas a la luz de los objetivos y valores de la sociedad de la cual ella es parte: prevenir la
enfermedad, restaurar la salud, aliviar el sufrimiento y promover al bienestar humano. Estos
son los deberes morales del médico. Nada, ni aun la denuncia penal, podrán silenciar lo que
se escucha detrás de cada una de estas mujeres que no son fríos números estadísticos. La
pregunta que se plantean muchos profesionales en la guardia de cualquier hospital de
nuestro país frente a una mujer que ha abortado es: ¿Culpable? ¿Culpable de qué?

* Médica genetista y miembro del Centro de Investigaciones en Bioética.

martes, 8 de septiembre de 2009

Una batalla Ganada.

El Carmen: condenan a abusador sexual

En la Sala de audiencias sólo estaban los jueces, los abogados de las partes, los funcionarios judiciales, el abusador Valeriano y Lidia. Ella, con los ojos denunciantes del llanto recurrente, estaba sola en una de las cuatro bancas destinadas al público. Apenas la dejaron entrar en la Sala en la etapa de los alegatos, porque fue una de las principales testigos. La denunciante, para agregar exactitud al relato. Solo ella en la banca, porque no se permitió el ingreso de nadie más ya que se trataba de un juicio penal con una víctima menor de edad.

Lidia fue una y otra vez a cada audiencia, para estar simplemente en el hall de la Sala I de la Cámara en lo Penal de Jujuy. En ese estar en el hall, la acompañaron sin pausa sus compañeras de la Casa de la Mujer de El Carmen. Le pusieron el hombro, para el llanto, para traer la calma, porque varias de ellas supieron y saben en carne propia lo que es que un hijo sea víctima de abuso sexual.

Valeriano era policía. Ahora ya no. Una noche decidió abusar de un niño de 14 años. Lo obligó a hacerle sexo oral. El niño no contó en forma espontánea lo ocurrido, porque así ocurre generalmente con los niños. Pero un mensaje de texto humillante de Valeriano dirigido a su hijo llegó a los ojos de Lidia. Y allí comenzó la carrera por saber qué ocurrió, y quién era el responsable. Más eficaz que cualquier policía, se hizo pasar por otra persona… la historia es larga, lo importante es que Lidia supo por su hijo qué ocurrió, y supo por ella misma y la ayuda de una amiga quién era el autor de lo que ocurrió a su hijo.

Decidió denunciar, a pesar de sus dudas que son las certezas de tantos para no hacerlo.

Decidió acercarse a La Casa de la Mujer de El Carmen, y encontró amigas que no la dejaron sola, y que festejaron la condena.

No hubo testigos del hecho, y aunque el juez instructor no le creyó a su hijo, y procesó por estupro, Lidia y el fiscal apelaron, y la Sala de Apelaciones revocó el fallo, y ordenó el procesamiento por abuso sexual gravemente ultrajante agravado por ser el autor integrante de la fuerza de seguridad en servicio.

Luego llegó la causa a juicio oral, y otra vez le creyeron a él, a pesar del discurso de las defensas de los abusadores que recurren a las contradicciones para decir que la víctima miente. Pero las contradicciones son porque la vergüenza y el miedo hacen que algo se oculte, y tal vez en otra oportunidad eso que se ocultó ya no se oculta. Esta vez, le creyeron a la víctima. Y no por casualidad. Las voces que hace tiempo se hacen oír han hecho algo de mella en los procesos penales contra los abusadores, también en Jujuy. Por fin alguna vez, por esas voces, tuvimos la sensación “extraña” de que la víctima estaba mejor posicionada en una sala de audiencias. No se ahorró sufrimiento, pero por los menos cinco años de aquí en más Valeriano estará privado de someter sexualmente a alguien fuera de las rejas de la cárcel. Ojalá sea más, porque en estos delitos la libertad condicional es libertad para volver a violar.

Lidia, aún frente a los jueces, no le sacó los ojos de encima a Valeriano. Ella y su hijo sufrieron lo indecible por su culpa. Y la sentencia transformó las lágrimas constantes de dolor en lágrimas de alegría por un poco de reparación. Se abrazó después con sus compañeras. Y después brindó con algunas de ellas. El Encuentro Nacional de Mujeres de Tucumán tendrá su participación y su relato sobre el sufrimiento y el porqué de una batalla ganada.

Los detalles legales sirven para el debate: si estaba o no prestando servicio Valeriano al momento de cometer el abuso (estaba uniformado pero no realizaba tarea de servicio en ese momento); si el sexo oral es abuso sexual gravemente ultrajante (con la pena de 4 a 10 años de prisión) o abuso sexual con penetración (es decir, “violación”, con la pena de 6 a 15 años de prisión). Lo importante es que al margen de los debates marcados en la jurisprudencia nacional, los jueces no impusieron el mínimo de la pena (4 años) sino siete. Y Valeriano sigue preso varios años más.
Fuente: Pcr

Mi hija Rocío desapareció el 21 de Agosto. La última vez que se la vio fue en las calles Combate de los Pozos y Brasil. Según testigos que la vieron dicen que un auto negro se la llevó a toda velocidad por Brasil. Esto de la desaparición de mi hija nos destruyo al núcleo familiar, esto fue un golpe muy duro para mi y para mi mujer. "
Contacto: TEL. (005411)4982-2550 / 15-59384357